miércoles, 1 de junio de 2011

HISTORIA DE LA MUJER Y SU INSERCIÓN AL MERCADO LABORAL

Durante el trabajo realizado sobre Violencia de Género, mi compañera y yo nos adentramos e investigamos todo aquello relacionado con la figura de la mujer, centrándonos más en lo relacionado con la temática trabajada. Tras nuestra exposición, llegó el turno de dos exposiciones que han trabajado dos cuestiones fundamentales relacionadas con la mujer: su historia y la inserción de ella en el mundo laboral. Por ello, he considerado oportuno aunarlas en una misma entrada.



Como ya sabemos, a lo largo de la historia, siempre han existido diferencias en los procesos de socialización entre hombres y mujeres, lo que ha conllevado a diferenciar dos papeles distintos. Concediéndole el nombre de: diferencias de género.

Esta diferencia entre los roles de hombres y mujeres siempre han basado su justificación en la naturaleza, en las condiciones biológicas que diferencian a hombre y mujer.


¿Realmente pensáis que esto es fruto de la naturaleza y no fruto de las sociedades?

Desde el enfoque de género, se consideran las diferentes oportunidades que tienen los hombres y las mujeres, las interrelaciones entre ellos y los distintos papeles que socialmente se les asignan. Todo esto dependiendo de las políticas, planes y el propio desarrollo de la sociedad en la que estemos insertos.

A partir de este enfoque, se utilizan dos términos específicos para referirse a las diferencias biológicas y aquellas que se han ido construyendo socialmente, siendo éstos: sexo y género.

Cuando nos referimos a sexo, hacemos constancia a las características biológicas que son comunes en toda sociedad y cultura, y que diferencian físicamente a un hombre de una mujer y viceversa. En sentido contrapuesto, las diferencias en materia de género se construyen socialmente, inculcándose en las diversas sociedades y en las capacidades entre mujeres y hombres, variando a través del tiempo y dependiendo de la sociedad, para adaptarse a través del tiempo para responder a las transformaciones de la sociedad.

Actualmente nos encontramos en una lucha ya comenzada, pero incesante por paliar los modelos de socialización en los que el hombre impera sobre la mujer.

Con el repaso histórico sobre la historia de la mujer, hemos visto que desde la prehistoria hasta nuestro siglo han sido muchos los cambios que han acontecido en esta. Desde encontrarnos sociedades matriarcales, donde el papel de la mujer es fundamental y principal cabeza de familia, hasta sociedades históricas como las de Grecia o Roma, donde a la mujer se le restringían sus derechos fundamentales, tanto civiles y políticos, incluso formando un patrón de conductas por el que éstas tienen que regirse. Encontrándonos pues, a las mujeres en situación de exclusión social al no ser consideradas como sujetos de derecho y de participación social y/o política.

Ahora bien… a pesar de la declaración de Igualdad en nuestros textos jurídicos… ¿cuál es la situación actual en España?

La Constitución de 1978, establece formalmente la igualdad entre hombres y mujeres. Pero en la realidad social siguen existiendo situaciones en las que las mujeres están situadas en una posición de desventaja: menos participación a la hora de tomar decisiones, más paro femenino, empleos más precarios debido a las responsabilidades familiares que se le otorgan.

Otro de los textos más importantes donde se recoge la Igualdad entre mujeres y hombres, el la LEY ORGÁNICA 3/2007, de 22 de MARZO, la cual en la anterior entrada fue nombrada y criticada según mi punto de vista como mujer ciudadana.

Actualmente la igualdad está reconocida a nivel jurídico (igualdad formal o legal), de tal forma que las leyes ofrecen un igual tratamiento a hombres y mujeres; sin embargo, y a pesar de que existe este reconocimiento desde un punto de vista formal, esto no significa que exista una igualdad real.

Según el Instituto de la Mujer, la situación de la mujer va evolucionado de manera positiva desde la II Guerra Mundial, donde los hombres al verse obligados a salir a la batalla, las mujeres tuvieron que quedarse en los negocios de éstos y trabajar fuera de sus hogares para poder mantener a su familia. Descentralizándose ese papel exclusivo de la mujer en sus hogares, pero sin que ésta se desinhibe de su papel doméstico.


Actualmente, la mujer sigue luchando por deshacerse de ese papel y de esas situaciones que las declaran como únicas responsables del trabajo doméstico. Contribuyendo estas atribuciones a situar a las mujeres en desventaja social con respecto al ámbito laboral con respecto a los hombres.

Esta situación de inferioridad en el ámbito laboral de mujeres preparadas y cualificadas profesionalmente que no consiguen un puesto correspondiendo a su formación o a sus intereses, se denomina “Techo de Cristal”. Esto del techo de cristal lo define con muchísima claridad Juan T Delgado, de la revista Su Dinero: “la barrera casi infranqueable que tiene que romper la mujer para acceder desde los puestos intermedios de la empresa a las esferas de alta dirección”.

Pero, ¿cuáles son específicamente los obstáculos que impiden a las mujeres alcanzar posiciones de responsabilidad?

Entre los obstáculos que impiden la ruptura del techo de cristal encontramos diferenctes factores. Para comenzar, nos encontramos con factores personales, que parten de la socialización de género, y, sobre todo en la desigualdad distribución del trabajo doméstico y la naturalidad que esto conlleva, convirtiéndose en una desventaja competitiva. Además de esta diferencia de género socialmente compartida por todos nosotros y por la cual estamos luchando, se añaden otras variables de discriminación en el ámbito laboral como pueden ser la edad, la etnia o la clase social, propiciando que el avance profesional de la mujer resulte muy difícil.

Por otro lado encontramos aquellos factores institucionales; como carencias de guarderías y escuelas infantiles o puestos de trabajo a tiempo parcial en escalones que se aúnan a la dificultad de ascenso de las mujeres en el mercado laboral. Las estructuras de carrera suelen exigir una mayor dedicación con horas extras, viajes, etc., entre los 25-35 años, período que coincide con los años de crianza de los hijos.

En definitiva, el techo de cristal impide a la empresa contar con mujeres en el nivel estratégico de toma de decisiones.

Ahora bien, las empresas también se ven afectadas debido a este fenómeno, por lo tanto, ¿cuáles son los costos del techo de cristal para las organizaciones?

La inequidad entre hombres y mujeres y la escasa diversidad en la composición de los grupos de trabajos, pueden derivar en decisiones pobres y sesgadas, llevando esto a una menor productividad. A su vez, el hecho de que las mujeres contratadas en una empresa choquen con este techo de cristal, es altamente desmotivador para ellas, lo que va a conllevar a un comportamiento que derivará a una baja autoestima y por tanto a una desmotivación en la carrera laboral.

Otras de las situaciones que desencadenan esta discriminación de género en el mercado laboral es el moobbing. El moobbing en el mercado laboral y tal y como lo define L. Heinz (1996), hace referencia a Situación en la que una persona ejerce una violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente y durante un tiempo prolongado sobre otra persona o personas en el lugar de trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima o víctimas, destruir su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente esa persona o personas acaben abandonando el lugar de trabajo”.

Mediante este fenómeno se pretende un objetivo claro y concreto: la anulación de la víctima, que en general acabará por sufrir depresión, agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal. A su vez, puede producir mportantes trastornos en la salud del acosado, tanto físicos como psíquicos, siendo necesario en muchos casos la asistencia médica y psicológica.

Para prevenir la discriminación entre hombres y mujeres, el Consejo de Ministros de nuestro gobierno actual, aprobó en 2006, la iniciativa legislativa que obliga a los partidos políticos a que sus listas electorales sean paritarias, es decir, que el número de personas de cada sexo no sea superior al 60% ni inferior al 40%.

Así, reconoce el derecho a la conciliación de la vida personal y laboral, el fomento de una mayor corresponsabilidad entre mujeres y hombres en la asunción de las obligaciones familiares, y fija medidas para prevenir el acoso sexual en el trabajo. La norma establece una representación equilibrada entre mujeres y hombres en todos los ámbitos de las Administraciones Públicas, y propone una composición, igualmente equilibrada por sexos en las listas electorales. También aborda los tratos desfavorables relacionados con el embarazo o la maternidad que puedan darse en los trabajos, e impulsa que las grandes empresas abran sus Consejos de Administración a la participación de mujeres.

(El País. 2006)

Por lo que respecta a esta norma, personalmente la considero innecesaria y no justa. Ya que ¿de qué sirve determinar al numero de mujeres y hombres? Bajo mi punto de vista, se debería determinar la validez de las personas y las competencias de las mismas, eso sí, eliminando y luchando contra las barreras que han impedido a las mujeres a poder ejecutar un cargo público de estas características durante años posteriores. Pero sin necesidad de que se ejerza un trato de discriminación positiva hacia las mujeres. Ya que puede que en un equipo de gobierno no tenga por qué haber la mitad exacta de hombres y mujeres competentes para ejercer los diferentes puestos.

Bajo mi opinión, este tipo de prácticas que favorecen de esta manera a algún colectivo, puede generar a su vez desigualdad, ya que por ejemplo, ¿tiene sentido que una mujer le quite un puesto a un hombre por el hecho de la paridad en las listas electorales, si éste está mejor preparado, o al contrario? ¿Por qué no puede existir una lista en la que haya 5 mujeres y 3 hombres si todos ellos son los mejores preparados para un fin?

Para finalizar, analizar el papel del educador social como personal mediador en los agentes socializadores para lograr que algún día se consiga una verdadera igualdad, haciendo desaparecer aquellos pensamientos que abundan en nuestra sociedad y que a su vez son barreras que imposibilitan a que las mujeres logremos las metas que nos proponemos.

Me da rabia que tengamos que considerar a la mujer como colectivo, dándonos cuenta de que se trata de algo complejo debido a que hemos tenido que dedicar tres exposiciones a la figura de la mujer. Mi deseo sería que esto en pocos años tenga que eliminarse de estas carreras que intervienen con colectivos en riesgo de exclusión social, y que por supuesto todos esos riesgos para la mujer se conviertan en fórmulas para poder eliminar todas las barreras que impiden la posibilidad de generar una verdadera igualdad entre hombres y mujeres.

"El hombre no es más que lo que la educación hace de él."

(Kant)









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